El legado de Bertolt Brecht

Muy probablemente fue en un ya lejano 1973 en Pereira, cuando escuché el nombre de Brecht por primera vez, en boca del promotor teatral Helmer Zapata en el colegio Deogracias Cardona; aunque cuando se refería a consejos técnicos, recuerdo que él citaba más frecuentemente a un dramaturgo ruso. De paso, nos invitaba a estudiarlos en detalle y aprender de ellos, a pesar de la escasa literatura disponible en ese tiempo, que debía pasar de mano en mano.

Como transcurren los años, Bertolt Brecht (1898-1956), alcanza la estatura de clásico en Alemania, al punto que los que analizan estadísticas, aseguran que sus obras en su tierra natal, han sido representadas mucho más que las de Shakespeare. Brecht es un prolífico dramaturgo, autor o coautor de unas 58 obras teatrales, 8 libros de teoría del teatro y cientos de poemas y también canciones. Yo imagino que su popularidad, tiene que ver con la actualidad de los temas que abordó y que lamentablemente, como en el caso de la guerra, mantienen vigencia.

brechtLa obra “Madre Coraje y sus hijos” por ejemplo, confronta al espectador con preguntas directas sobre la moralidad y la ética de la guerra, si es que un acto tan bárbaro como esos, tuviese esas cualidades. Los personajes de esa obra, se remontan a las guerras de religión europeas del siglo XVII, pero donde las ideas que se esgrimen cambian muy poco.

En los diálogos,Brecht desenmascara a los mercaderes de la guerra, a los que se lucran con los muertos, denuncia el pillaje y reta a los valores de la civilización mal llamada cristiana, que al pecar y rezar consigue el empate. Cuando Brecht regresa a Alemania, luego de la derrota de los nazis quiere representar esta obra, pero debe pedir autorización a la autoridad militar de ocupación, conformada por los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la Unión Soviética. Una referencia a ese importante evento, representando en miniatura la primera escena, se encuentra hoy en el Museo de Historia de Berlín, como algo digno de recordación.

Madre Coraje defiende su ideario malvado en una de sus canciones:

“No dejaré que hablen mal de la guerra

dicen que destruye a los débiles

pero estos se reinventan también en la paz

lo que pasa, es que la guerra alimenta mejor a los hijos.”

La vigencia del tema de la guerra en nuestro propio patio, plantea un dilema donde políticos profesionales sin escrúpulos, nos quieren hacer creer en un modelo fracasado con más de cincuenta años y donde aseguran que con toda comodidad, podemos seguir indefinidamenteen ella.No es difícil sospechar, que las élites de oficiales militares y las roscas políticas se han enriquecido del presupuesto militar. Es fácil apoyar cualquier guerra, cuando son otros los que le ponen el pecho a las balas y aguantan el sufrimiento. La contraparte beligerante en el mismo conflicto, todavía sueña en construir el paraíso para el proletariado, sobre los escombros y la sangre que dejan las bombas y la metralla.

Otro aspecto de importancia trascendental en Brecht, tiene que ver con su estilo de trabajar en colaboración con otros dramaturgos, músicos, escenógrafos, diseñadores y otros profesionales. De esa manera, Brecht iba en contravía de la dirección absoluta y unipersonal de muchos otros directores, donde los egos en una u otra medida estampaban el sello final y en muchos casos hacían perder talentos y oportunidades para el éxito de una obra. Unos pocos detractores, llamaron a Brecht plagiador, sin que eso detuviera su prestigiosa carrera de dramaturgo.

Helene Weigel última esposa de Brecht, fue su heredera en la compañía teatral Berliner Ensemble, continuando ese estilo de dirección participativa, que recogiera nuestro director colombiano Santiago García, ya que de joven fue su alumno y que García mucho más tarde con el teatro “La Candelaria” de Bogotá,denominara “dirección colectiva”.

El Berliner Ensemble, es un edificio viejo, pintado de negro y ocre pálido, no muy grande, ubicado en el lado oriental de Berlín, muy cerca del río Spree, que monta obras teatrales casi todo el año de muchos autores ycuenta con su propia taberna. Tiene como vecino un restaurante con mesas afuera, donde uno puede degustar cerveza o vino según la estación del año, antes o después de las funciones. En la cúpula del teatro,  hay un aviso circular que empieza a girar desde las diez de la mañana y que se parece al logotipo de una farmacéutica y no se ha modificado desde los tiempos de Brecht.

En sus últimos años de vida, Bertolt Brecht fue muy cercano a reconocidos marxistas alemanes y parecía declararse religiosamente escéptico o abiertamente ateo, mientras participaba en eventos públicos y firmaba declaraciones en favor del gobierno socialista surgido de la ocupación soviética, pero no fue miembro del Partido Comunista Alemán. Esa postura independiente y de librepensador, le ganó desconfianza y enemistades entre los estalinistas más convencidos.

Su humanismo, reflejado en las preocupaciones contadas en sus obras y mantenerse vigente luego de la persecución nazi en Alemania, varios años de exilio por muchos países, el acoso macartista en Estados Unidos y el período socialista alemán hoy en cenizas, hace que Brecht ganara el respeto del que goza hoy y que lo mantendrá en un sitial de honor en la dramaturgia alemana del siglo XX para toda la posteridad.

Publicado originalmente en el suplemento Las Artes del periódico El Diario del Otún el 8 de junio de 2014.

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