Aznavour, poeta y cantor de lo cotidiano

“Je suis comme le café au lait un mélange inséparable.”

Para un parisino inconfundible como Charles Aznavour, reconocer sus raíces y su cultura originaria, que encuentra sus ancestros en una remota república en los límites entre Asia y Europa como Armenia, ya es un mérito. “Mis costumbres son francesas, mis tradiciones son Armenias” ha dicho con mucho orgullo.

Nace en París en 1924 bajo el nombre de Shahnourh V. Aznavourian, mientras su familia huyendo del exterminio, esperaba una visa para viajar a Estados Unidos que nunca llega. Aznavour debuta en un musical a la edad de los nueve años junto a su hermana Aida, en lo que sería el inicio de una de las más largas y prominentes carreras, que hasta la fecha lo mantienen en el escenario.

A los noventa años, sigue dando conciertos y su despedida final parece que no llegará mientras esté con vida, voz y con salud para hacerlo. Se presenta en menos recitales, pero sigue llenando las salas al tope como me consta.

Dependiendo a quién o dónde se consulte, no es fácil precisar si Charles Aznavour ha compuesto 600, 700 u 800 canciones por su cuenta o en colaboración con otros artistas. Lo que se sabe a ciencia cierta, es que ha grabado más de 1000 melodías como solista o en duetos con famosos de muchos países.

En entrevista con Maurice Achard periodista especializado, Aznavour explica que cuando compone toma como referencia al más grande novelista francés de todos los tiempos Víctor Hugo, quien hablaba del proceso de escribir como un ejercicio geométrico, donde se abría el tema, se le daba cuerpo y luego se cerraba armoniosamente.

Aznavour dice que busca con esfuerzo las rimas perfectas y donde sus fuentes de inspiración salen de la vida misma, de la cotidianidad. Admite con humildad que muchos de sus amigos le corrigen solidariamente errores gramaticales y de composición, mejorando sus productos finales.

Hay por contraste cantantes modernas, que parecen renegar de sus orígenes, lucen una apariencia falsa y se ven rubias, donde su música ahoga la vocalización, dando como resultado que nadie entiende lo que estas dicen en ningún idioma.

Aznavour dice también que sus exitosas composiciones musicales aparte de su inspiración, se deben a colaboraciones con múltiples talentos y donde muchas veces una misma melodía ha evolucionado a través del tiempo para conocerse hoy día con acordes distintos al original. Entre los duetos que ha grabado, incluyen a figuras reconocidas como el francés Gilbert Becaud mejor conocido por “Natalie” hasta el cubano Compay Segundo, ambos ya fallecidos.

Cuando son tantas las canciones grabadas y compuestas desde 1944 hasta la fecha, no puede recordarlas absoutamente todas y debe repasarlas si decide grabarlas de nuevo en versiones contemporáneas.

Sorprendemente confiesa que su verdadera pasión es ser actor, pero que a su edad ya no lo intenta, porque le resulta difícil grabarse en sus memoria diálogos largos. A lo largo de su carrera artística ha participado en al menos 67 películas de varios países, haciendo papeles protagónicos y de apoyo. Para lo que sí le sirve su alma histriónica todo el tiempo, es para “actuar” sus melodías. Aznavour al cantar en público gesticula, baila, se desplaza por el escenario, improvisa, parece dialogar con la gente y representa la historia que canta.

Afirma que aprendió de Edith Piaf, que una de las más grandes satisfacciones del artista más allá de las placas, las medallas y los homenajes es el “amor del público.”La conoció en una emisora y colaboró musicalmente con ella hasta la muerte temprana de la diva.

En esa época, Aznavour era conocido exclusivamente como compositor y muchas veces escuchó de figuras de la industria musical, que le decían que no tenía nada que hacer como cantante, porque tenía en contra su estatura, su voz y su apariencia. A la fecha se ríe de tal época y en cambio recibe complacido las comparaciones que la prensa estadunidense le hace, al decir que es un heredero en calidad de cantantes como Frank Sinatra. “Mi voz puede ser áspera, pero tal vez era más áspera la voz del inolvidable Louis Armstrong” dice con tranquilidad.

En Colombia conocemos a Aznavour especialmente con un álbum en español, que popularizó canciones como “La bohemia”, “Venecia sin ti”, “Y por tanto”, “La mamá” y otras tantas adaptaciones muy cercanas a las originales en francés. También ha grabado numerosas producciones en inglés, en italiano y alemán.

Sería difícil encontrar un artista francés tan prolífico como Aznavour que le ha cantado a temas como al vida en París, la Guerra Civil Española, los derechos de la mujer, el prejuicio homofóbico, la epidemia del Sida o el siempre recurrente discurso del amor y del desamor.

Sin haber encontrado las barreras y las dificultades que debió enfrentar y superar, no puede explicar su existencia. “Yo estoy hecho de acero” dice Aznavour, aunque reconoce que se puede conmover hasta las lágrimas con una buena película de amor.

Reconoce que no asiste a servicios religiosos, pero cree que todas las religiones, no solamente las cristianas, en la medida que promueven códigos éticos y de convivencia pueden ser positivas para el individuo.

Políticamente hablando, Aznavour tiene amigos y admiradores sinceros en todo el espectro ideológico francés, pero cuando la extrema derecha de Le Pen hizo campaña, Aznavour no dudó en atacar sus posiciones fanáticas sin ninguna ambiguedad.

Hoy es martes y París en otoño es frío y lluvioso, pero tengo una oportunidad única. Tuve suerte en conseguir dos sillas en la hilera ocho en la nave central. Las cortinas se corren a izquierda y derecha y ahí está el hombre que de inmediato es recibido por un cerrado aplauso.

Nada de lo humano permanece para siempre y Charles Aznavour tarde o temprano tendrá que dejar de salir al escenario. Cuando su humanidad se vaya definitivamente, quedará la leyenda que en vida, ya lo hizo inmortal.

Publicado originalmente en el suplemento literario Día D del diario “El Nuevo Siglo” de Bogotá, Colombia en 2014.

 

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