Todos tenemos una cita con la muerte. Para el escritor de Illinois Ernest Hemingway (1899-1961), era hora de encararla por una última vez y cortar de raíz con el infierno irreversible en que se había convertido su vida. Ya no escaparía vivo por un tris, como le había pasado en 9 ocasiones antes, desde la primera guerra mundial, cuando un proyectil austriaco mató a varios compañeros del ejército y mal herido pudo perder sus piernas o en dos accidentes de aviación en el África que le dejan fracturas y quemaduras, o dos intentos fallidos de quitarse la vida.
Lo había ganado todo y ahora muy enfermo y disminuido, también lo había perdido casi todo, empezando por el deseo de vivir. Había recibido las dos preseas más apetecidas para cualquier escritor estadounidense, el Pulitzer y el Nobel, se rodeó de los amigos que quiso, unido en matrimonio 4 veces, dejaba 3 hijos, había recorrido medio mundo y el dinero nunca le faltó. Pero la acumulación de traumas desde la infancia, la depresión crónica y ahora la imposibilidad de concentrarse para redactar, aunque fuera un solo párrafo le dieron el toque de alarma.
Hacía poco, un médico amigo lo había convencido de someterse a sesiones de electrochoque experimental en la clínica Mayo y los resultados no pudieron ser peores. Solo agravaron su estado general y para completar, moría poco antes su amigo el actor Gary Cooper.
Hemingway lo tuvo perfectamente claro por mucho tiempo y aunque devastado, nunca condenó moralmente a su propio padre, cuando opta por esa salida. Siempre reivindicó el derecho individual de toda persona a partir cuando en un punto de no retorno, la vida ya no es vida. En una de sus novelas menos publicitadas “Tener o no tener” (1937) de forma descarnada hace una lista de posibilidades de truncar la vida, como saltar al vacío desde el apartamento, o la ventana de la oficina, el auto encendido en el garaje, o la solución menos demorada de tirar del gatillo de la Colt o la Smith & Wesson. Todos estos “implementos” decía él podían terminar con el insomnio, el remordimiento, “curar” el cáncer, evitar una bancarrota cuando la vida de la persona en vez de sueño americano sintiera que es una pesadilla.
El domingo 2 de julio de 1961 era verano en Ketchum Idaho, donde vivía con su esposa Mary. El sol sale temprano en esa estación del año y Hemingway en piyama se levantó sin hacer ruido, fue hasta el rincón donde pudo tener hasta 20 armas de varios calibres y escogió la escopeta de cazar de doble cañón Boss y le puso los cartuchos. Caminó hasta la sala, acomodó el cañón de la escopeta dentro de la boca y sin decir nada, de un solo impulso tiró del gatillo.
El ruido del disparo despertó a Mary Hemingway y angustiada corrió para presenciar lo peor. No hubo alarma entre las casas vecinas y alguien pensó que a algún cazador de alces se le había escapado un tiro. Mary compungida y firme, dijo ante todos que Hemingway limpiando el arma había tenido un accidente. Pocos le creyeron que un diestro en armas desde los 18 años se equivocara de esa forma, pero nadie demandó una investigación formal. Lo importante para la viuda era que los curas, siempre hablando a nombre de Dios para absolver o condenar, le negaran al suicida una cristiana sepultura. La familia y amigos acompañaron sus restos a un funeral de rito católico en el cementerio del pueblo, a donde se puede llegar caminando.
La lápida es grande pero simple, no tiene epitafio ni símbolos religiosos. Tres árboles enormes de ciprés parecen cuidarlo alrededor donde también descansan su última esposa Mary y otros familiares y allegados. Todos los días, lectores del muerto ilustre le dejan lapiceros, monedas que nadie toca, flores, cervezas selladas o iniciadas, igual como botellas de vino y whisky y otros licores, piedras pequeñas y hasta lápiz labial. Debe reconfortar a su hijo que le sobrevive Patrick Hemingway, un nonagenario vivaz, lúcido y elocuente, al saber que no transcurre un día sin que su padre reciba visitas.
Por siglos se ha afirmado, que todo suicida es un cobarde, yo no lo creo. Es alguien que ya no quiere vivir en dolor y sufrimiento y está en su derecho de decidir lo que le convenga. Hemingway vivió y murió congruente con sus ideas reflejadas en el cierre de su afamada novela “El viejo y el mar” asegurando que “un hombre puede ser destruido, pero nunca derrotado”. La prueba de su victoria sobre el olvido, la dan los cientos de visitantes anónimos que sin pausa y en peregrinación lo siguen recordando y hasta brindando simbólicamente con él.
Mantuve por años la curiosidad de recorrer esta casa, luego de haber visitado el sitio de la niñez y la infancia de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en Frankfurt hace varios años. Weimar es una ciudad al sur de Berlín, de la cual se conocen registros como asentamiento humano desde el año 949. Carece de aeropuerto, pero está bien conectada por tierra especialmente por tren, que puede alcanzar velocidades de hasta 180 kilómetros por hora. Sin contratiempos, se puede llegar desde la capital alemana hasta ahí en 3 horas.
La fachada de la casa Goethe que mira a una pequeña placita es impresionante. Tiene 3 plantas visibles y conté hasta 36 ventanas, una puerta principal y a los lados, 2 entradas a caballerizas para jinetes o carruajes según los recursos del visitante. A la fecha, están habilitados 18 cuartos decorados, casi como el escritor los mantuvo en vida. La casa no tiene nomenclatura numérica o alfabética, ni placas que ratifiquen a quien le perteneció. Sobre el marco de la puerta hay una invocación religiosa en latín, seguramente de su primer dueño. Goethe vivió allí por casi 50 años donde falleció en un cuarto, en el cual resalta la simpleza de la cama de madera sin talla contrastando con la exquisitez de la decoración de inspiración greco-romana clásica, encarnada en pinturas, grabados, dibujos y esculturas de muchos tamaños. La casa era un gran museo donde apenas residían de 5 a 8 personas incluyendo los trabajadores y en la que su dueño siempre estaba modificando y decorando. Y como si fuera poco, en la parte de atrás tenía no 1 sino 3 jardines bien diferenciados donde quedaba espacio para la huerta.
Varios cuartos cuentan con su chimenea para calentarlos en invierno, pero las paredes de piedra no conservan bien el calor y hay que moverse hasta encontrar el sitio más térmico. La cocina actual es diminuta y uno apenas puede imaginar las angustias de sus trabajadores a cargo de correr las francachelas y comilonas hasta la madrugada, donde Goethe siempre se aseguró que no faltara la cerveza y el vino. Y como él mismo escribiera en una nota de invitación: “se aceptan contribuciones.”
Los cuartos fueron nombrados por Goethe, como por ejemplo cuarto de cartas, cuarto amarillo, cuarto del jardín, cuarto Urbino, cuarto Juno, recepción, comedores principal y secundarios, estudio personal, cuarto de rocas y fósiles, biblioteca, etc. El genial escritor afirmaba que “la casa, ese sitio donde uno pasa la mitad de la vida” y resulta imposible no cavilar sobre el infortunio de millones que no tienen una, o que están a riesgo de perderla junto con la vida misma bajo las bombas y la metralla.
La pregunta obligada es cómo se financió Goethe. Tuvo como mecenas y protector al noble más poderoso de la región, el Duque Carlos Augusto de Sajonia, Weimar y Eisenach durante casi toda su vida dándole empleo como consejero privado y luego como consejero con rango de ministro de gabinete. Goethe fue pagado generosamente con recursos del tesoro y se permitió vivir sin percances en toda su vida adulta, al punto de poder dejar una herencia a sus descendientes. En sus funciones de consejero, Goethe debía producir reportes de análisis y estudios basados en la ciencia y conocimientos apoyado en una sólida biblioteca personal de 7200 volúmenes que contarán muy pronto con un catálogo. A unos 20 minutos de caminata desde la casa, se encuentra la Cripta de los Duques donde resalta el féretro de Goethe, al lado del ataúd vacío de su colega y amigo Schiller rodeado de príncipes, princesas, duques y duquesas. La cripta es una especie de capilla de inspiración cristiana en medio de un cementerio lamentable, donde yerba y maleza no parecen haber sido cortadas desde el año pasado y donde lápidas ennegrecidas se caen de lado sin que una mano con misericordia las limpie o las vuelva a levantar.
Viviendo en Weimar Goethe fue llamado a conocer y hablar con el emperador Napoleón por lo menos en 3 ocasiones fuera de su casa, donde le confesó su deleite con su obra “Los sufrimientos del joven Werther”, obra coronada como clásica del romanticismo alemán y fue más allá, diciéndole que la había leído 7 veces y que la transportaba como una de sus favoritas en la biblioteca imperial de guerra.
Déspotas y poderosos siempre han buscado con dinero o con lisonjas, permear mentes brillantes de intelectuales para cepillar su propia imagen y tenemos casos más recientes: la dictadura argentina con Borges y Sábato, Pinochet con Borges, Fidel con García Márquez y la lista puede ser larga. El problema no es que lo sigan intentando, sino dejarse.
Aunque Goethe cayó rendido al encanto napoleónico, la verdad es que no recibió beneficio económico por ello. La moraleja del episodio es que incluso nuestros héroes literarios a la hora de compararlos con otros o con nosotros mismos, aparte del talento extraordinario, se parecen a todos los demás, simples y llanos seres humanos, aunque alguno piense lo contrario. Sin importar el tamaño de la casa donde vivan.
Weimar, Alemania
Publicado también en el suplemento “Las Artes” de El Diario de Pereira (Colombia), el 9 de junio de 2024.
El 23 de abril del año del Señor de Un Mil Quinientos Cincuenta y Uno, un lunes para ser exactos, unos marinos trajeron al desembarcadero de Cartagena con especial cuidado, un personaje con mala salud que llegaba en la nave Santa Clara desde el Darién, buscando cupo en el próximo barco con destino a España acompañado de una pequeña comitiva.
Pronto se supo que el ilustre viajero ya setentón, había sido un famoso conquistador en las guerras del Perú contra Atahualpa y su imperio, fundador de varias ciudades de renombre y un proveedor de oro y riquezas que bañaron a las católicas majestades por décadas, despachadas por él.
Prueba de su poderío remanente, fue su considerable menaje empacado en pieles, mantas, corteza vegetal y hasta barriles donde transportaba desde quesos, pescado, higos, hasta carne de membrillo, aparte de escudillas de oro, plumajes y piedras preciosas.
El visitante tuvo un recorrido difícil desde Panamá, por un dolor punzante como estocada repentina al lado del corazón sintiendo que era su hora llegada. Se sintió morir, pero todavía consciente dictó órdenes a su capitán Andigno para dejarlas por escrito y que se cumplieran al pie de la letra una vez llegados a puerto. Para colmos, una tormenta durante la travesía parecía quererse tragar a la embarcación amenazando con llevarlos al fondo del mar.
Tuvo horas sin fin durante el viaje, para acordarse de que su mala fortuna había iniciado en 1546 cuando tuvo que castigar a Robledo que lo retó entrando a sus territorios, comportándose como un ladrón y retando sus repetidas advertencias. El, que había tenido trato y negocios con Jiménez y Federmán, con los hermanos Pizarro y con Almagro, y muchos otros castellanos, que había recorrido desde Nicaragua hasta Cuzco, siendo invitado en más de una ocasión a repudiar la realeza de España y probando su lealtad no lo hizo. Por la muerte a garrote de Robledo, había tenido que encarar un juicio de residencia, con una defensa pobre y todos sus malquerientes haciendo coro y terminando con una condena a muerte.
Alguien le sugirió que se fuera a los territorios portugueses en Brasil para librarse de la sentencia y se molestó. – No señor, en las batallas más temibles nunca corrí. Dormía con la espada desenvainada, pero nunca evité el combate. El emperador Carlos V debe recordar mi nombre y si no le gana la ingratitud me dará el indulto. Me hice viejo cubriéndolo de gloria y oro a él y su familia, pagando el quinto de ley mientras yo me jugaba la vida contra los naturales, la selva y las alimañas. Caso de no ser perdonado, me verán caminar al cadalso con la frente en alto.
-Pareciera que la Divina Providencia me quisiera recoger, antes que el verdugo trunque mi vida, cumpliendo la sentencia de mis enemigos y salvándome de la humillación del perdedor.
El 24 de abril la pasó dormido mientras se quejaba, apenas probó bocado y no hubo cambios en su salud. El día 25 el enfermo se dio cuenta de no sentir su lado izquierdo del cuerpo y de experimentar la sensación de que se iba y le ordenó a su capitán Andigno ir a buscar sin demora a uno de los escribanos reales de Cartagena de Indias para legalizar su testamento.
Al llegar el capitán en un coche al patio del escribano, su saludo fue:
–El gobernador se nos muere. No tenemos mucho tiempo y quiere testamentar.
–No sabía que Don Pedro se quejara de enfermedad, dijo el escribano conexpresión de sorpresa.
Andigno aclaró: – No es Don Pedro de Heredia. Es el Adelantado, Capitán General y Gobernador de por vida de Popayán por su sacrificio y merced real.
-¿Cuál es su nombre de pila?
-Sebastián Moyano y Cabrera.
El escribano no pareció reconocer el nombre y pidió más información.
-¿Natural de dónde?
-de Belalcázar, Andalucía contestó el militar. –Mi señor lleva tiempo reconocido como Sebastián de Belalcázar.
El día 28 terminaron el testamento, donde quedó estipulado el valor de sus bienes de viaje y nadie preguntó por sus valiosas tierras, muebles y encomiendas que tenía en Popayán, que seguro se repartiría su numerosa prole. Pero en cambio se fijó en detalle el costo de misas, rosarios, novenarios y demás rezos para tratar de salvar el alma de Belalcázar. El escribano le pidió que firmara el escrito y llevado de la mano desvanecida, trató de hacer una cruz, porque era analfabeto y no sabía firmar.
Luego de recibir los óleos y ser escuchado en confesión por un fraile franciscano que apenas entendió a un angustiado enfermo que murmuraba, el conquistador expiró el lunes 30 de abril cumpliendo así su condena a muerte, librándose del horror de encarar al verdugo.
Publicado adicionalmente en el suplemento “Las Artes” de El Diario, el 31 de marzo de 2024 en Pereira, Colombia.
Esta mañana llega a mi escritorio un volumen firmado por Rodrigo López Maya con el título “Sea realista, pida lo imposible. Memorias en contexto” bajo el sello Klepsidra Editores de Pereira. Su ejercicio autobiográfico asume riesgos, porque desde la primera hasta la página de cierre (117), Rodrigo expone sin ambages su fidelidad al pensamiento político socialista.
Su narración es sencilla y fluye sin necesidad de parecerse a nadie, ni rebuscar términos o expresiones de moda o citas de apellidos extranjeros. Es un recuento simple y abierto de las memorias de su niñez temprana hasta la adolescencia y madurez, donde no resulta difícil compararse y recordar nuestros propios episodios de la generación que nos tocó vivir.
Por su ideario irrenunciable, algún lector pensará que el escrito es un panfleto político disimulado, provocando el abandono precipitado de su lectura. Quien haya tenido trato personal con Rodrigo sabe que se puede no comulgar con su ideario o incluso discrepar de él sin cultivar un enemigo. En este libro se describen las injusticias, los desmanes y los peores actos deshumanizantes del sistema y sus agentes a lo largo de las décadas, sin que el autor llene los párrafos de su narración con epítetos, o adjetivos polarizantes cargados de odio.
Este libro acertadamente describe acontecimientos de la vida nacional entrelazando su discurrir personal y el proceso de maduración de sus ideas políticas. A mi me parece que Rodrigo con su escrito no busca convencer a nadie de sus tesis, ni reclutar adeptos fácilmente para las filas de su partido. Simplemente demanda ser escuchado, al fin y al cabo, la mayoría de nosotros tiene una vida que contar y el autor decide hacerlo ahora y por escrito.
La vida de Rodrigo aquí expuesta consta de dos grandes partes en el tiempo y el espacio como serían Cali y Pereira. Buscando continuar su profesionalización como docente llega a Pereira a enrolarse en la Facultad de Educación de la Universidad Tecnológica, donde se gradúa y se adapta a trabajar en centros educativos remotos y precarios para quedarse a vivir hasta la fecha.
En relativo poco espacio, Rodrigo López Maya nos comparte sus gustos de la vida por el fútbol y la música que llamábamos revolucionaria, hasta la caribeña y de baile. Todo este aprendizaje de vida y experiencias lo preparan en la tarea de representar a sus colegas docentes en organizaciones sindicales fuertes con idearios muy amplios, que iban desde reivindicaciones salariales hasta cambios en la concepción del mundo.
Desde tiempos inmemoriales el sistema político colombiano intolerante y represivo ha perseguido de forma despiadada al sindicalismo, sin obviar a los maestros, hasta llegar con amenazas de muerte a López Maya, que lo obligan a buscar asilo en la República Popular de Bulgaria donde se queda dos años.
A su regreso de Europa donde aprovecha para estudiar, se reincorpora a la vida sindical y luego de su retiro de una larga carrera laboral, busca elegirse a cargos de elección popular y participa de varias campañas de apoyo que incluyen a Cuba, durante el lapso de la economía especial luego de la desintegración de la URSS y la gran traición de Gorbachev-Yeltsin.
Quien se anime a leer su libro, puede no creer en la utopía socialista o desconfiar como muchos de las verdaderas intenciones de Petro, pero encontrará en sus páginas mensajes honestos salidos de su entraña, su rechazo a la miseria y abandono de los niños, su propuesta de una Colombia justa e igualitaria que por fin se acuerde de los más pobres.
Mientras el maestro Rodrigo López Maya redacta sus próximos ensayos, confiemos que nos lo podamos encontrar para degustar un tinto o saborear una copa en algún café o bar de Pereira y nos anime a sus amigos con su conversación franca y alegre de siempre. En el último encuentro que tuvimos en abril de 2023, no nos anticipó nada de esta grata sorpresa editorial.
Esta nota se publica también en el suplemento Las Artes de El Diario de Pereira del 25 de febrero de 2024.
Un reporte de inteligencia desclasificado este año, originalmente del 25 de julio de 1946 y firmado por el puño y letra del todo poderoso John Edgar Hoover del Federal Bureau of Investigation-FBI- fue dirigido a un alto jefe del Departamento de Estado, con copia al jefe de Inteligencia de la Armada y al subjefe del comando del Departamento de Guerra, describiendo con detalle en 4 páginas la vida cotidiana del periodista y escritor de Pereira Lino Gil Jaramillo (1908-1976).
Al igual que nuestra pintora emblemática Lucy Tejada, Lino se radicó en Cali por largos períodos, desarrollando su carrera lejos de la estrechez de horizontes, el poder clerical y el conservadurismo de Pereira. La segunda guerra mundial apenas terminaba en 1945 y con el ascenso de la guerra fría y la cacería de brujas, cualquiera podía ser sospechoso de ser antiamericano por lo que pensara, dijera o escribiera, o por sus amistades como ocurriera con el físico Albert Einstein o el actor Charles Chaplin, objetivos también de la vigilancia enfermiza de Hoover.
Lino Gil Jaramillo primero a la derecha fumando pipa en una tertulia literaria. Derechos reservados de la Universidad Icesi de Cali.
En el caso de Lino Gil Jaramillo, ingresa a la lista de interés por lo que piensa y escribe como intelectual reconocido de tendencia socialista, colaborador prolífico de varias publicaciones de distribución nacional como El Espectador, La Patria bajo Silvio Villegas, La Prensa de Barranquilla, Diario Popular vocero del Partido Socialista Democrático, Relator de Cali entre otros. Estudioso y crítico profundo de la obra y poesía de poetas como Barba Jacob, De Greiff, Luis Vidales y de Neruda, publicó varios volúmenes sobre el particular. Se le atribuyen hasta 15 títulos impresos.
El documento de inteligencia cita dos fuentes de información sobre Lino distinguidas con las iniciales C y D. La primera parece un soplón del entorno personal del periodista, que finge ser su amigo mientras a su espalda toma notas para vender, mientras que la fuente D puede ser una entidad de gobierno que provee la descripción física del peligroso crítico literario: estatura: 5 pies, 7 pulgadas, peso: 180 libras americanas, complexión: gruesa, color de ojos: verde-gris, viste bien, es sociable, etc.
Por el reporte de inteligencia, nos enteramos de que Gil Jaramillo trabajó para la Contraloría Departamental del Valle hasta ser expulsado por sus ideas y que en 1946 se apresta a viajar con su esposa hasta Chile para trabajar para SIGLO, el diario de la izquierda austral y de paso preparar la publicación de dos de sus obras. En este viaje aprovecharía para cubrir un encuentro continental de partidos socialistas enfrascados en una contienda de ideas, entre bolcheviques de línea dura y socialistas apartados de esa línea. Para financiar su viaje, el FBI cuenta que Gil Jaramillo había ganado una lotería de 2000 pesos y además reclama su liquidación al haber sido empleado público.
Las sospechas de peligrosidad del FBI terminan negadas por el también escritor y figura del liberalismo Otto Morales Benítez, cuando definía con acierto su trayectoria profesional basado en el trato y conocimiento personal:
“Como todo escritor colombiano que se respete, Lino Gil Jaramillo ha hecho su carrera ceñido al periodismo. Desde reportero hasta editor en diferentes medios, siempre con la necesidad de estar buceando en lo contemporáneo”.
El acervo literario de Lino Gil Jaramillo es prácticamente desconocido ahora en el siglo XXI, en parte por la falta de nuevas ediciones de sus obras, que las autoridades culturales de Pereira y de la Gobernación de Risaralda bien podían hacer posible.
Sin conocer otros detalles fundamentales de la biografía de Lino Gil Jaramillo, en la que podía aportar su descendencia de Pereira o de cualquier lugar del país, no logra uno concebir por qué el FBI de 1946 bajo la tenaza de Hoover, dedicara tiempo, personal y recursos en hacerle seguimiento a un intelectual socialista pacífico que no amenazaba al gobierno de los Estados Unidos, sus aliados o su estilo de vida. Hubiera tenido más sentido haber estado pendiente de los movimientos y alianzas de terror de un extremista fanático pro-nazi dispuesto a todo, como el que animó a Roa Sierra a dispararle a un líder menos de 2 años después, desencadenando una espantosa hecatombe.
Publicado alternamente con el suplemento Las Artes de El Diario de Pereira el 24 de septiembre de 2023.
Guido es uno de los nietos del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011), que semanalmente conduce al menos la mitad, de unas visitas guiadas en la casa que fuera de su abuelo hasta la muerte. Son charlas informales y son atendidas mayormente por argentinos que lo leyeron, lo vieron o coincidieron con él y le guardan un cariño sincero.
Antes de comenzar y mientras los asistentes se encuentran sentados, irrumpe presuroso “Django” un perrito criollo negro, mezcla entre labrador con cuerpo alargado como de Chihuahua, quien apoyándose en sus patas traseras olfatea y pide una caricia o un saludo a cada visitante. Guido lo regaña y le pide compostura y nos cuenta que fue rescatado de la calle y que habían pensado que sería un perro guardián, pero Django apenas se calma por segundos antes de ignorarlo y seguir con su rutina.
El municipio de Santos Lugares en la Provincia de Buenos Aires es un barrio de clase media pobre y trabajadora de calles estrechas y limpias, donde nadie debe esperar ostentación o lujo. Al llegar a la casa de Sábato, uno encuentra una reja cuidando una especie de antejardín donde se acumulan las hojas y tallos muertos de quien sabe cuántos otoños, coronados por unas araucarias chilenas altísimas y numerosas plantas que regalan sombra y fresco a la casa y alrededores para aliviar el calor del verano argentino.
Las paredes exteriores de la casa piden a gritos un baño de agua y cepillo para quitar la costra de polvo que amenaza el color de la pintura. Pero con los estragos del cambio climático y la sequía que echa perder siembras y ganado en el norte del país, tal vez el agua no se debe desperdiciar en fines estéticos.
El alma de la casa.
Los estantes con libros de Sábato son el alma de la casa, aunque desafortunadamente creo que nadie sabe cuántos y cuáles son porque no han sido catalogados y reposan donde el escritor los dejó. Miro algunos y noto que muchos libros carecen de lomo y no dejan ver ni título ni autor. Veo claramente lo que debe ser una enciclopedia por el diseño uniforme del lomo exterior. Hay fotos familiares y objetos personales donde resaltan los anteojos de Sábato, lámparas, adornos y unas máquinas de escribir que ya nadie fabrica como una Remington y otra Olivetti.
Otro espacio importante de la casa es su estudio de pintura donde Sábato experimenta con sombras y oscuridades como también imágenes infernales y caras del inframundo. Parecieran representaciones ilustradas de Edgar Allan Poe.
Estrictamente hablando creo que Sábato debía ser clasificado como ensayista, que es donde su producción es más abundante, pero alcanza el peldaño de novelista con su magna obra “El Túnel” y gana sitio como partícipe temprano del boom latinoamericano. Su trasegar cultural lo cruza con Jorge Luís Borges con quien mantuvo una relación tirante y un silencio de casi tres décadas y de quien recibió diatribas y sarcasmos inmerecidos. Irónicamente Borges y Sábato coinciden en mayo de 1976 al aceptar una invitación a desayunar de ese hombre “culto y cruel” como fue el general Videla a quien la historia señala luego como responsable de infames desapariciones, torturas y ejecuciones. Un despropósito y desgaste inútil de parte de Sábato, si consideramos que décadas antes y aunque ya retirado, había sido un ferviente militante comunista.
Borges caería todavía más bajo, al volar a Santiago de Chile en septiembre del mismo año para recibir una distinción de una universidad chilena controlada férreamente por la dictadura y encontrarse al día siguiente con un Pinochet amable, cordial, educado y sanguinario.
Otro caso.
Borges y Sábato no son el único caso de rendirse a la miel del poder y dejarse manosear. En Colombia un literato cual mono trompeta, da volteretas desde elogiar incondicionalmente a un disparatado Hugo Chávez y una vez cobrado un premio literario que nunca ganó, va como péndulo al lado contrario para apoyar al candidato de la extrema derecha en Colombia, el folclórico Hernández, con la ilusión de un nombramiento ministerial. Nada nuevo. Dicen que este escritor cobra por el saludo.
Retomando, la casa de Sábato corona con un patio tapizado de vegetación y adornado con una estatua en piedra de la diosa griega de la agricultura Ceres, que expuesta al sol y al agua, desaparecerá irremediablemente con el tiempo vencida por los elementos.
La visita a su última vivienda bien vale la pena, para conocer mejor a Ernesto Sábato persona, escritor, pintor, intelectual, padre o abuelo, quien alcanzara la reivindicación final, cuando entregó al presidente Alfonsín en septiembre de 1984 el informe investigador de la comisión que presidiera sobre las desapariciones en Argentina bajo las dictaduras y gobiernos militares. Este acto marcó una política de no repetición conocida como el “Nunca más” y un compromiso estatal con los derechos humanos. Sábato demostró en sus casi 100 años de vida ser un buen argentino y un excelente ser humano, a quien nunca se le subió la fama a la cabeza.
Santos Lugares. Provincia de Buenos Aires, 2023.
Publicado simultáneamente en el suplemento Las Artes de “El Diario.” Pereira, Colombia el 12 de febrero de 2023.
A más de 74 años de ocurrido el magnicidio, donde muere el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán a manos de Juan Roa Sierra, la justicia colombiana le sigue debiendo la verdad a los deudos de la víctima y a toda una nación. El caso judicial estuvo abierto por casi 30 años a manos de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá y cerrado en 1978, para concluir que el sicario había actuado solo y aunque da indicios de un posible autor intelectual, nadie sería encausado por ello.
Desde el 9 de abril, el presidente conservador Ospina Pérez desató su plan de encubrir a los verdaderos culpables, ocultos en una maraña de mentiras, leyendas e inventos falsos, como que el asesinato detonaba una “insurrección comunista” para tomar el poder, que la embajada soviética estaba involucrada, que el control estadounidense del Canal de Panamá estaba amenazado, que era un acto de sabotaje a la Conferencia Panamericana y no tuvo asomo de vergüenza en hacer el ridículo llamando al Scotland Yard de Inglaterra, dizque que para hacer una investigación sin aportar nada de valor ni saber la verdad.
Al hacer una lectura de la providencia final del Tribunal Superior de 1978, aparecen indicios concretos sin aclarar contra el conservador Álvaro Gómez Hurtado, formulados por un copartidario suyo y la pregunta de rigor es, por qué no fue vinculado legalmente al proceso y por qué las vagas respuestas del político fueron aceptadas sin tener que ser demostradas.
Otros ángulos.
En 2019, el escritor Juan Esteban Constaín publica un grueso volumen sobre Álvaro Gómez que, aunque parcial, puede ayudar a ver otros ángulos del personaje. No hay mucho que sorprenda en su descripción de la crianza y juventud de un muchacho de élite, en el entorno familiar de Laureano Gómez. Un católico fanático, fascista vergonzante, violento y verdadero campeón del anticomunismo, para quien el Partido Liberal de Colombia era raíz y semilla del marxismo. Objeto de su encono y digno de desaparecer. Su remoquete de “monstruo” parece bien ganado.
Constaín describe lo que a mi juicio es la curiosidad o tal vez fascinación de los Gómez por el Nacional Socialismo de Hitler en Alemania, cuando Laureano en 1932 ostenta el cargo de embajador de Colombia y asiste con Álvaro a una concentración nazi para oír al Führer en el Palacio de los Deportes. El segundo episodio, es un dudoso evento donde unos muchachos de la Juventud Hitleriana tal vez en Berlín supuestamente persiguen a unos simpatizantes de otro partido de derecha, que pegan afiches entre los que está el joven Álvaro.
Un estudio de los movimientos políticos juveniles de Alemania, (Mollema, 2017) pone en duda el episodio, cuando afirma que la confrontación declarada de grupos incluso violenta entre 1929 y 1933 era “entre la Juventud Nazi y la Juventud Comunista” y no entre grupos afines.
Constaín se esmera en reivindicar al joven Álvaro, porque supuestamente sus simpatías eran por el militar Hindenburg y no por Hitler. Meses luego, el primero nombra a Hitler canciller abriéndole las puertas al poder e inaugurando así el período más oscuro de Alemania desde la primera gran guerra. No estaban políticamente tan lejos.
Los incontables párrafos y páginas de Constaín dedicados a dibujar la personalidad muy decorada de Álvaro Gómez llueven sin temor a aburrir, en mostrar un aristócrata criollo incómodo con su estilo de vida, un político incomprendido que nunca recibió el favor mayoritario del electorado en hacerlo presidente. Una voz elocuente en repetir que “hay que tumbar el sistema”, como si él no hiciera parte de este.
No olvido las imágenes de un documental francés filmado en los años sesenta, donde aparece Álvaro Gómez en un club social bogotano y un grupo de gente local a su alrededor hablan en inglés, porque tal vez hablar español los hacía sentir vergüenza. Gómez en la grabación se le nota cómodo siendo el eje del protagonismo.
Cuenta el libro de Constaín que el 25 de abril de 1936 el periódico El Tiempo, da cuenta de la puesta en libertad del calabozo a Álvaro Gómez en Bogotá, luego de una gresca contra jóvenes liberales que apedreaban unas sedes conservadoras. ¿No debió Gómez esperar la acción de las autoridades y de policía? El embelesamiento de los Gómez por el nazismo como corriente política de acción y arrojo, seguramente los justificaron a ejecutar varios actos que demandaban decisiones inmediatas, dejar libres los impulsos, darlo todo por la causa.
El 9 de abril.
Para esta fecha, un joven Álvaro de 28 años fungía como embajador de Colombia en Suiza y su jefe en Bogotá era el ministro de Relaciones Exteriores, papá Laureano. La noticia del asesinato de Gaitán la recibe en Europa y cuando la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá lo llama a declarar tiempo después sobre una acusación del penalista y parlamentario del Chocó Daniel Valois Arce de haber auspiciado el asesinato del caudillo liberal, Gómez se defiende diciendo que no se encontraba allí.
Valois Arce detalla su grave acusación contra Gómez cuando en un diálogo este le dice: “No seas pendejo, el próximo presidente será papá, aunque haya que liquidar a todo el partido liberal. Y en cuanto a Gaitán allá verás que ese sale de en medio”. (Sánchez Torres, 2001, p. 86).
Manuel José Gaitán, también parlamentario y hermano mayor del líder sacrificado había puesto el dedo acusador a Gómez, diciendo tener pruebas a lo que este contesta: “…Yo espero esos documentos con verdadera curiosidad para saber cómo es posible que una persona que estaba fuera del país un año y medio antes puede ser autor de este crimen…” (Constaín, 2019, p. 234)
Álvaro Gómez no contó en detalle, que bajo la excusa de participar de una conferencia de las Naciones Unidas había viajado en marzo de 1948 a La Habana y luego a Colombia, para discretamente hacer escala en Cuba de vuelta a Suiza. Constaín en su libro generosamente dice que Gómez vuelve “agotado” semanas antes del magnicidio a Suiza. Por qué “agotado” si Álvaro Gómez no era el encargado de representar a Colombia, su presencia allí era protocolaria, totalmente prescindible y la prueba es que pudo ausentarse sin ser notado. ¿Cuál fue el itinerario de Álvaro Gómez en Colombia? ¿Se entrevistó con su conocido Juan Roa Sierra estando en Bogotá? .
En Cuba.
La conferencia en Cuba oficialmente terminaría el 24 de marzo, dos y media semanas antes del crimen. La persona titular de la delegación colombiana y firmante del acta final fue Fulgencio Lequerica Vélez (Nations, 1948) según consta en los archivos oficiales de las Naciones Unidas y el tema de la conferencia fue tarifas y aranceles en comercio exterior, que no eran la especialidad de Gómez. En conclusión, era cierto que Álvaro Gómez por algún tiempo no estaba residenciado en Colombia, pero semanas antes de que el desadaptado Juan Roa Sierra ejecutara el asesinato, sospechosamente sí estaba en el país.
Una declaración rendida por Elías Quezada Anchicoque empleado en la Droguería Granada, tal vez una de las últimas personas en cruzar palabra con el sicario Roa antes de su linchamiento, narra que a la pregunta por qué había matado a Gaitán este le dijo: “Hay señor, cosas poderosas que no le puedo decir” … (Alape, 2016). Entonces le dije: “Dígame quién lo mandó a matar, porque usted en estos momentos va a ser linchado por el pueblo.” Y me contestó: “no puedo”. Claramente Roa se siente aterrorizado como un condenado a muerte y no reclama como cualquier orate, que lo hecho obedecía al capricho propio, pero se puede pensar que encubre a alguien a quien teme tanto como la muchedumbre que ya lo rodea.
Un elemento de la denuncia de Valois Arce contra Álvaro Gómez no menos importante es que él afirmó haber conocido y visto a Roa Sierra en la sede del periódico El Siglo de los Gómez. Al arder el periódico por la furia del pueblo en el bogotazo, resulta imposible comprobar esos nexos del diario con quien había sido portero de la embajada nazi, desempleado por largo tiempo, quien divagaba entre las ideas del rosacrucismo y la reencarnación y podía convertirse con poco gasto en un idiota útil.
Si Roa Sierra estaba solo, o hacía parte de una banda criminal más grande con un mismo objetivo, es otra discusión. Durante la investigación del Tribunal Superior, surgieron declaraciones de testigos que mencionaron un acompañante de Roa que lo deja solo momentos antes del crimen o la presencia aparentemente casual del coronel de la policía V. Barco conocido por su antigaitanismo o el jefe de la Prefectura de Seguridad (el DAS de esa época), muy cerca de la oficina de Gaitán en la tarde del 9 de abril.
Tres mil conservadores.
La muerte del obstáculo mayor para el laureanismo, no disminuyó el ímpetu de Álvaro en atizar su lucha por el poder. En el segundo semestre de 1948, un memorando enviado por la embajada de los Estados Unidos en Bogotá a sus superiores en el Departamento de Estado daba cuenta que Álvaro Gómez en asocio con un temido jefe paramilitar de apellido Agudelo alista un ejército de 3 mil conservadores incondicionales para asegurar el triunfo de Laureano en las presidenciales que efectivamente se llevan a cabo en 1949 con un solo candidato. Este documento fue mantenido como secreto al incriminar a Gómez y luego desclasificado por la agencia National Archives de los Estados Unidos. Causa estupor darse cuenta de que el gobierno de los Estados Unidos, en vez de denunciar sus hallazgos a las instancias judiciales, mejor encubre estas conductas delincuenciales y mira para otro lado.
Aunque el tribunal desestima la acusación y decide no abrir un proceso contra Gómez, no puede cuestionar la seriedad y solidez del acusador como era Daniel Valois Arce (1908-1989), un destacado penalista conservador del Chocó, orador distinguido muy cercano a las ideas fascistas de Alzate Avendaño y muy respetable por su carrera entre quienes lo conocen.
El nombre de Álvaro Gómez también figura vinculado a denuncias como directo participante o instigador de incendios premeditados en las sedes de El Tiempo, El Espectador y las casas de varios jefes liberales en 1952.
Gómez decide desde su escaño, sabotear las sesiones del congreso usando pitos que distribuye entre seguidores y en los años sesenta, anima al pusilánime Guillermo León Valencia en un gran error de cálculo para borrar del mapa las autodefensas campesinas y de colonos, apoyadas por los comunistas que fundarían luego las Farc.
En cada campaña electoral donde fue candidato, trató de vender su figura mesiánica de siempre. En una de esas giras lo escucho por accidente en Pereira a escasos metros de distancia, pero a diferencia de Constaín a mí no me embrujó y dejé el lugar en cuestión de minutos. Me pareció repetido.
Álvaro Gómez fue víctima de secuestro por parte de la guerrilla del M19, luego miembro electo de la Asamblea Constituyente y por último moriría a manos de las Farc. Por razones que solo él supo, parecía resignado a que su vida terminaría de forma violenta. Viendo todos los antecedentes, tengo la convicción que se fue sin responder muchos interrogantes sobre el caso Gaitán.
Con lo repugnante que pueda parecer el manto de impunidad y encubrimiento del caso Gaitán, la justicia colombiana fracasa otra vez, al no llamar a juicio y condenar ejemplarmente en nuestros días a otro político poderoso y letal que se inventa una teoría macabra de seguridad nacional, según la cual, cualquier colombiano humilde y desempleado llevado bajo engaño debía ser ejecutado en el acto por el ejército y vestido de camuflado para que pareciera un guerrillero. El conteo del genocidio ya supera los 6400 muertos.
College Park, Maryland.
Bibliografía
Alape, A. (2016). El Bogotazo. Memorias del olvido. Bogotá: Ocean Sur.
Constaín, J. E. (2019). Alvaro.Su vida y su siglo. Bogotá, Colombia: Penguin Random House.
Mollema, R. E. (4 de Abril de 2017). German Youth 1900-1933 From Emancipation to Radicalization. Victoria: The University of Victoria.
Nations, U. (Marzo de 1948). https://www.wto.org/english/docs_e/legal_e/havana_e.pdf. Obtenido de Havana Conference on Tariffs, Trade and Employment.
Sánchez Torres, C. A. (Junio de 2001). Notas a la decisión judicial sobre la muerte de Gaitán. Revista Estudios Socio-JURIDICOS, 86.
Publicado simultáneamente en el suplemento Las Artes de El Diario de Pereira, Colombia el 27 de noviembre de 2022.Una versión ampliada, se publicó en elSemanarioVOZde Bogotá el 23 de agosto de 2023, con documentos desclasificados de National Archivesde los Estados Unidos.
Adicionalmente el artículo fue incorporado en 2023 a la plataforma digital “Scribd”, uno de los mayores depósitos privados en formato digital de San Francisco, California.
Hace mucho quería conocer uno de los sitios emblemáticos que ocupara el genial escritor estadounidense Edgar Allan Poe en Baltimore desde 1833 hasta 1835, según consta en documentos verificados. La semana pasada lo pude hacer y les hago un resumen de mis impresiones.
La casa-museo de Amity Street es un edificio levantado en ladrillo extraordinariamente bien conservado, de la primera mitad del siglo XIX que ocupara Edgar con su hermano, su tía, la abuela y su prima convertida luego en su esposa, a quien doblaba en edad.
Las visitas a la casa se deben pedir rigurosamente por internet y aunque los visitantes pueden permanecer unos 45 minutos, la casa es tan pequeña y estrecha en su interior que la visita se puede hacer en tan solo 10. Al ingresar uno encuentra una sala que ahora funciona como recepción y tienda del museo, pero al tratar de ir a la siguiente habitación hay que descender unos peldaños y al cruzar esta para ir a la que sigue, hay que ascender. Por razones que desafían la arquitectura moderna y el sentido común, cada habitación tiene un nivel distinto.
La edificación ocupa una esquina, pero el muro derecho es completamente ciego, sin ventanas, desaprovechando la luz natural que podía facilitar el recorrido interior. La decoración de la casa está iluminada de forma muy tenue. Numerosas fotos históricas de varias décadas revelan que la fachada no ha sido alterada casi, desde que fuera levantada.
Según se relata, Edgar compartiría el ático con su hermano y ahora en el año 2022, se recrea lo que sería la habitación de Edgar con un mísero y duro catre en el que difícilmente se podría conciliar el sueño. Los escalones que conectan los niveles son tan estrechos que solamente una persona puede usarlos al tiempo. Si usted es de contextura voluminosa al ascender el nivel más alto que deja ver el ático, deberá volver como lo hice yo, caminando de espalda cuidando de no caer, deshaciendo los pasos literalmente. No hay como girar el cuerpo y darse vuelta por lo estrecho.
Entiendo que la casa era rentada y nadie en la familia Poe tuvo los fondos para comprarla mientras vivieron ahí. Fallecido Poe la ocuparon otras personas no relacionadas y finalmente, por la notoriedad de Poe la ciudad de Baltimore la compró tiempo después para convertirla en monumento nacional salvándola de ser derrumbada. Hoy día la casa está bajo la custodia de una fundación sin ánimo de lucro.
Para proteger las reliquias históricas y la integridad de la casa, las ventanas que dan al frente están cubiertas en su interior bloqueando casi toda la luz natural que entra desde la calle. Si usted sufre de claustrofobia no es buena idea ir. Hay recursos por internet que le muestran la casa en la comodidad de su computador gastando menos en transporte.
El último detalle importante que no es de poca monta es que la casa-museo carece de servicio sanitario para los visitantes. No supe de negocios comerciales ni cafeterías alrededor, que permitieran caminando una corta distancia aliviar un alma en pena. Solamente se notan viviendas privadas de clase trabajadora como ha sido invariablemente en los últimos doscientos años.
Sopesando ese conjunto de factores, sin querer decir que me arrepiento de haber ido, yo añadiría una advertencia como servicio social para fijar en la entrada que rece: –Bajo su cuenta y riesgo, si no le espanta echar un vistazo al purgatorio, puede comenzar por aquí.
Entre los numerosos sitios históricos, artísticos y culturales de Viena sobresale el Museo de Literatura ubicado en un sitio céntrico a pocas cuadras de la catedral de San Esteban, la más grande e importante de la ciudad. El museo hace parte de un programa de promoción de lectura de la Biblioteca Nacional de Austria, en el que da a conocer autores y obras destacadas del país, fundamentalmente de los siglos XIX y XX.
Al uno ingresar, sobresale la referencia del escritor y orgullo de Praga Franz Kafka catalogado controversialmente como austriaco, dado que el territorio checo de entonces estaba bajo el dominio del imperio austro-húngaro y por otro lado, parece justificarse también en que él escribió toda su obra en su primer idioma que era el alemán.
En la vitrina dedicada a Kafka, se exhibe una pequeña pistola que supuestamente le perteneció y que probablemente nunca disparó contra nada ni contra nadie. Otro país moderno aparte de Austria que reclama la pertenencia de Kafka es Israel por su origen judío, aunque su obra se puede considerar laica o secular. Una larga disputa legal en estrados internacionales puso en manos de Israel un archivo de papeles de Kafka, que estaba al cuidado de personas que ni siquiera eran de su familia. Una de las condiciones del arreglo, era clasificar y digitalizar tales documentos y hacerlos públicos.
En algún escrito Kafka llegó a preguntarse “¿Qué tengo yo en común con los judíos?”, lo que ironiza claramente el reclamo de pertenencia con Israel. La universalidad de su obra y humanismo, lo que lo iguala con tantas personas y con las angustias comunes del siglo, hacen que Kafka a estas alturas quede libre de clasificaciones y pertenezca a todos.
Tratándose de un museo en el sentido amplio, creí encontrar a los genios del romanticismo alemán Goethe y Schiller, pero claramente esta exhibición se limita a las fronteras austriacas pasadas o presentes.
El escritor destacado de la exhibición actual (algo así como el invitado especial) es el vienés y también judío Stefan Zweig, este sí nacido en el actual territorio austriaco, quien ante la inminencia de la cacería nazi con la anexión de Austria, escapa a Londres y debe buscar otro refugio, cuando se entera que la Gestapo tiene su ubicación exacta en Inglaterra yendo a morir con su compañera por mano propia a Brasil en 1942. Zweig es un prolífico escritor de crónicas, periodismo, biografías, drama y ficción muy leído en su tiempo.
El museo de Viena es un catálogo básico de los autores austriacos que al menos 130 millones de germano-parlantes en todo el mundo podrían conocer, pero en mi opinión, la difusión de este esfuerzo, sería más efectiva si añadieran más descripciones en un segundo idioma europeo para deleite de muchos.
Nota publicada originalmente en el suplemento “Las Artes” de El Diario en Pereira, Colombia. Septiembre 19 de 2021.
Si observamos con detenimiento a un grupo de personajes colombianos que descollaron en distintas disciplinas artísticas dándole a Colombia nombre y prestigio positivo y que por añadidura casual, nacieron todos en el mismo año de 1920, no hay duda que estamos frente a una generación que yo la llamo de “Las bellas artes”.
Lucy Tejada nacida el 9 de octubre es una de estas figuras, es la mujer más reconocida del grupo que ya cuenta con su museo y es orgullosamente pereirana. Alguien que se distingue por su versatilidad y búsqueda constante de dominar nuevas técnicas, temáticas y tonalidades como muralista, escultora, pintora, impresora, sumergiéndose en temas de la naturaleza, los elementos, la exuberancia, la niñez, el juego, llevándonos a evocar nuestra propia infancia, el tiempo de descubrimiento y experimentación.
Su designación por parte de otro grande de la pintura como el catalán Alejandro Obregón, al llamarla “pintora de la ternura” no fue gratuita y como tal reconoce uno de sus tantos ángulos, porque también tuvo su sensibilidad social para rechazar las matanzas de estudiantes en Colombia o a regímenes brutales como el de Pinochet.
Una pintora completa que al tiempo que le pone sello personal revelando un estilo, es capaz también de colaborar con otros artistas y suficientemente sencilla como para trabajar en exposiciones colectivas como lo hizo tantas veces.
Los otros posibles integrantes de la que yo llamo “Generación de las Bellas Artes” incluirían también al escritor Manuel Zapata Olivella siempre rebelde y propositivo y hoy traducido a otros idiomas, el muy prolífico cronista, político y librepensador de Ríosucio Otto Morales Benítez, el fotógrafo cartagenero Nereo López verdadero mago de la imagen, de la luz, la sombra y el color, el escultor del abstraccionismo muy vendido Edgar Negret de Popayán, la pintora e ilustradora cartagenera Cecilia Porras y por último incluyo al mecenas Santiago Londoño Londoño quien con sus apoyos, hace posible que muchos artistas alcancen sus más anhelados sueños. Ya sé, el mecenazgo no es un arte, pero en términos prácticos, la generosidad de estos individuos hacen posible al arte.
Mientras en la alcaldía de Pereira y su secretaria de cultura apenas se enteran de la dimensión y alcances de nuestros pereiranos Lucy y Santiago que están de centenario, aquí brillan por su mutismo, pero el Museo Nacional de Colombia en Bogotá saca una exhibición pictórica de muchos de estos pintores incluyendo a nuestra Lucy, por iniciativa del incansable escritor Eduardo Márceles Daconte quien ya había notado la pertenencia generacional de estas figuras.
Por lo pronto, gracias Lucy en tu centenario, que ya alcanzaste el Olimpo de las grandes por tu generosidad con tu arte que le diste a Pereira y al mundo.
Publicado en el suplemento “Las Artes” de El Diario. Pereira, Colombia. Octubre 11, 2020.