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La casona de Goethe en Weimar

Mantuve por años la curiosidad de recorrer esta casa, luego de haber visitado el sitio de la niñez y la infancia de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en Frankfurt hace varios años. Weimar es una ciudad al sur de Berlín, de la cual se conocen registros como asentamiento humano desde el año 949. Carece de aeropuerto, pero está bien conectada por tierra especialmente por tren, que puede alcanzar velocidades de hasta 180 kilómetros por hora. Sin contratiempos, se puede llegar desde la capital alemana hasta ahí en 3 horas.

Puerta principal de la casa Goethe en Weimar. Foto por Javier Amaya.

La fachada de la casa Goethe que mira a una pequeña placita es impresionante. Tiene 3 plantas visibles y conté hasta 36 ventanas, una puerta principal y a los lados, 2 entradas a caballerizas para jinetes o carruajes según los recursos del visitante. A la fecha, están habilitados 18 cuartos decorados, casi como el escritor los mantuvo en vida. La casa no tiene nomenclatura numérica o alfabética, ni placas que ratifiquen a quien le perteneció. Sobre el marco de la puerta hay una invocación religiosa en latín, seguramente de su primer dueño. Goethe vivió allí por casi 50 años donde falleció en un cuarto, en el cual resalta la simpleza de la cama de madera sin talla contrastando con la exquisitez de la decoración de inspiración greco-romana clásica, encarnada en pinturas, grabados, dibujos y esculturas de muchos tamaños. La casa era un gran museo donde apenas residían de 5 a 8 personas incluyendo los trabajadores y en la que su dueño siempre estaba modificando y decorando. Y como si fuera poco, en la parte de atrás tenía no 1 sino 3 jardines bien diferenciados donde quedaba espacio para la huerta.

Varios cuartos cuentan con su chimenea para calentarlos en invierno, pero las paredes de piedra no conservan bien el calor y hay que moverse hasta encontrar el sitio más térmico. La cocina actual es diminuta y uno apenas puede imaginar las angustias de sus trabajadores a cargo de correr las francachelas y comilonas hasta la madrugada, donde Goethe siempre se aseguró que no faltara la cerveza y el vino. Y como él mismo escribiera en una nota de invitación: “se aceptan contribuciones.”

Ultima alcoba del escritor Goethe. Foto por Javier Amaya.

Los cuartos fueron nombrados por Goethe, como por ejemplo cuarto de cartas, cuarto amarillo, cuarto del jardín, cuarto Urbino, cuarto Juno, recepción, comedores principal y secundarios, estudio personal, cuarto de rocas y fósiles, biblioteca, etc. El genial escritor afirmaba que “la casa, ese sitio donde uno pasa la mitad de la vida” y resulta imposible no cavilar sobre el infortunio de millones que no tienen una, o que están a riesgo de perderla junto con la vida misma bajo las bombas y la metralla.

La pregunta obligada es cómo se financió Goethe. Tuvo como mecenas y protector al noble más poderoso de la región, el Duque Carlos Augusto de Sajonia, Weimar y Eisenach durante casi toda su vida dándole empleo como consejero privado y luego como consejero con rango de ministro de gabinete. Goethe fue pagado generosamente con recursos del tesoro y se permitió vivir sin percances en toda su vida adulta, al punto de poder dejar una herencia a sus descendientes. En sus funciones de consejero, Goethe debía producir reportes de análisis y estudios basados en la ciencia y conocimientos apoyado en una sólida biblioteca personal de 7200 volúmenes que contarán muy pronto con un catálogo. A unos 20 minutos de caminata desde la casa, se encuentra la Cripta de los Duques donde resalta el féretro de Goethe, al lado del ataúd vacío de su colega y amigo Schiller rodeado de príncipes, princesas, duques y duquesas. La cripta es una especie de capilla de inspiración cristiana en medio de un cementerio lamentable, donde yerba y maleza no parecen haber sido cortadas desde el año pasado y donde lápidas ennegrecidas se caen de lado sin que una mano con misericordia las limpie o las vuelva a levantar.

Viviendo en Weimar Goethe fue llamado a conocer y hablar con el emperador Napoleón por lo menos en 3 ocasiones fuera de su casa, donde le confesó su deleite con su obra “Los sufrimientos del joven Werther”, obra coronada como clásica del romanticismo alemán y fue más allá, diciéndole que la había leído 7 veces y que la transportaba como una de sus favoritas en la biblioteca imperial de guerra.

Déspotas y poderosos siempre han buscado con dinero o con lisonjas, permear mentes brillantes de intelectuales para cepillar su propia imagen y tenemos casos más recientes: la dictadura argentina con Borges y Sábato, Pinochet con Borges, Fidel con García Márquez y la lista puede ser larga. El problema no es que lo sigan intentando, sino dejarse.

Féretro de Goethe a la izquierda, en Fürstengruft de Weimar. Foto por Javier Amaya.

Aunque Goethe cayó rendido al encanto napoleónico, la verdad es que no recibió beneficio económico por ello. La moraleja del episodio es que incluso nuestros héroes literarios a la hora de compararlos con otros o con nosotros mismos, aparte del talento extraordinario, se parecen a todos los demás, simples y llanos seres humanos, aunque alguno piense lo contrario. Sin importar el tamaño de la casa donde vivan.

Weimar, Alemania

Publicado también en el suplemento “Las Artes” de El Diario de Pereira (Colombia), el 9 de junio de 2024.

La casa de Goethe en Frankfurt

La edificación de tres pisos y lo que parece un ático y medio visto desde la fachada, se distingue de todas las demás en ese barrio cerca del ayuntamiento de Frankfurt, más no por su apariencia, sino por ser el sitio donde naciera Johann Wolfgang Von Goethe en 1749 y también por la historia que rodea como tal a la casa.

En el lugar, Goethe vivió hasta la edad de los 25 años, donde escribiera la novela corta que lo puso en la palestra europea y mundial “Los sufrimientos del joven Werther” y apenas regresaría unas veces más, en cortas visitas a su familia. Vivió la mayor parte de su vida en el Ducado de Weimar, a menos de tres horas de distancia por la moderna carretera de hoy.

Goethe pertenecía a una familia burguesa acomodada y fue instruido con tutores que su padre contrató antes que fuera a la universidad y graduarse como abogado, más no por su propia decisión, porque en verdad lo que le interesaba eran las artes y la ciencia. El joven estudiante se dedica con especial esmero a los clásicos griegos y aprende rudimentos de los idiomas griego y hebreo.

A esa edad, ya demostraba sus tempranas habilidades como escritor, poeta, dramaturgo, traductor, dibujante, administrador público e inquieto hombre de ciencia que planteó conceptos sobre la evolución de las especies antes que Darwin y estudiaría la física de los colores, sugiriendo hipótesis inéditas. Los viajes fueron también actividades de aprendizaje fundamentales durante su vida.

Se le reconoce como autor de unas 15.000 cartas dejando por fuera, todas las que pudo haber destruido junto a borradores de material que no consideraba merecedor de ser publicado. Mantuvo un diario personal por más de 52 años en los que consigna contenidos de conversaciones. Goethe recibió la formación propia de una familia luterana, pero de adulto no se consideraba practicante de ninguna confesión religiosa e incluso llega a afirmar que tal vez era panteísta.

Se cuestionaba por ejemplo, por qué la misericordia divina permitía el dolor y sufrimiento de miles de inocentes, bajo el peso de crueles desastres naturales y humanos. Se asegura que en los últimos años de vida, ingresa a la Logia Masónica, aunque muchos de sus biógrafos no corroboran el dato.

Fue contemporáneo con dos grandes hechos históricos, como fueron la separación de las 13 colonias americanas del imperio británico para formar los Estados Unidos y luego la erupción social de la revolución francesa, que cautivó a muchos de sus contemporáneos, pero que Goethe cuestionó por la violencia interminable que involucró a todos sus actores.

Junto con Schiller quien fue su amigo, se les considera los líderes del Romanticismo Alemán del siglo XVIII. Tuvo amistad con el músico Beethoven y el sabio Humboldt, con el filósofo Schopenhauer, aparte de merecer el respeto de nobles y del emperador Napoleón Bonaparte, con quien conversó a su pedido, al paso de este por Prusia tres veces. El drama Fausto es considerada la obra cumbre de Goethe, entre su vasta bibliografía, en la que el autor trabajó durante varias décadas, aunque con largos períodos de descanso. El tema del Fausto, ocuparía a otros escritores germanos muchas generaciones después.

Lo casa de Frankfurt atesora una biblioteca de más de 2.000 volúmenes que se pueden observar perfectamente dentro de las vitrinas, en su mayoría con nombres en latín. También tiene muebles, escritorios, cuadros y adornos que pertenecieron a la familia donde se destacan dibujos de Roma y el Vaticano, el ombligo del mundo en la fecha, e incluso una casita de títeres que alegraba al niño Goethe y que tal vez le siembra la inquietud de la dramaturgia.

Las tablas del piso de toda la edificación son muy anchas, ajustadas con clavos de cabeza en forma de cruz. Al uno caminar rechinan sin importar el peso del visitante. En la cocina hay dos fogones, uno para leña y el otro para carbón dependiendo del platillo a preparar. La residencia tiene un buen número de ventanas, aprovechando el uso de luz natural.

Lo impactante de la historia de la casa, es que aunque su contenido es genuino, la casa tuvo que ser reconstruida totalmente cuando un bombardeo de los ingleses en marzo de 1944 solo deja el cascarón y los administradores previendo el desastre, ya habían ocultado sus muebles.

El 85% de la ciudad de Frankfurt queda reducida a escombros y en tan solo 5 días, mueren unas 1.500 personas bajo la pólvora, el fuego o aplastados entre paredes. Si la Luftwaffe fue despiadada con los barrios pobres de Londres, los pilotos ingleses se ensañaron con los civiles alemanes. Además de destruir instalaciones militares nazis, fueron indiscriminados con todo lo que sus bombas y metralla encontraran a su paso. No es cierto que en las guerras haya matones buenos, eso es un burdo sofisma de Hollywood que siempre ensalza al vencedor.

Entre 1947 a 1951, la casa fue reconstruida cuarto por cuarto, manteniendo las dimensiones y distribución basados en planos, fotos y pinturas y gracias a ese esfuerzo, la podemos recorrer hoy. A un lado de la casa en Frankfurt, la fundación privada que la administra, abrió un museo que muestra colecciones de arte del tiempo de Goethe, haciendo de la visita una verdadera clase académica especializada.

A lo largo de su vida, Goethe tuvo tres parejas conocidas y fue padre de cinco niños, cuatro de los cuales fallecen a una tierna edad. El gran intelectual alemán muere el 22 de marzo de 1832 en Weimar a los 82 años. Sus restos descansan junto al ataúd donde debieron estar los de Schiller, en el panteón ducal de la misma ciudad.

Publicado originalmente en el suplemento Las Artes de El Diario en Pereira, Colombia en junio de 2018.